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martes, 24 de marzo de 2015

Investigadores rusos en la década de los 40, hicieron un experimento utilizando a 5 prisioneros políticos que eran considerados enemigos del estado. Se les prometió falsamente que serían liberados si accedían voluntariamente a ser usados como conejillos de indias durante una prueba, en la que se probaría sobre ellos un nuevo gas excitante que los iba a mantener despiertos durante un mes entero. Fueron confinados en un habitáculo sellado en el que se controlaba el consumo de oxígeno y se les administraba el gas en su dosis exacta, ya que en dosis más elevadas era mortal. No tenían camas, ya que no iban a dormir, pero tenían agua, alimentos secos para un mes, un inodoro y cosas para leer. Para observar el experimento, se disponía de una ventana de cristal grueso, con un diámetro de 5 pulgadas, y varios micrófonos.
Los primeros 5 días transcurrieron bien, pero a partir de entonces, los sujetos empezaron a mostrar paranoia. Dejaron de hablarse entre ellos y empezaron a susurrarle a los micrófonos. Los investigadores sospecharon que este era un efecto secundario del gas.
A partir del 9º día uno de ellos empezó a correr por la sala gritando sin parar durante 3 horas. Después de ese tiempo, seguía gritando pero ya no sa lía sonido de su garganta. Los científicos pensaron que físicamente se había destrozado las cuerdas vocales. Pero lo más sorprendente fue la reacción de los otros 4 individuos. Ellos siguieron susurrándole a los micrófonos como si nada pasase. Pasado un tiempo, ocurrió lo mismo con un segundo sujeto. Los otros tres presos, tomaron un libro, le arrancaron las hojas y las pegaron una a una con sus propias heces sobre la ventanilla de observación. Los gritos se detuvieron de inmediato, y también los susurros. Y así estuvieron por otros 3 días.
Los científicos sabían que las 5 personas estaban vivas porque el consumo de oxígeno en el interior se correspondía con el de 5 personas realizando ejercicio físico intenso, pero no podía oírse nada en el interior. En la mañana del día 14 los investigadores hicieron algo que nunca planearon. Le hablaron a los presos por un intercomunicador, buscando su reacción. “Vamos a abrir el habitáculo para comprobar los micrófonos. Aléjense de la puerta y túmbense en el suelo. Si no lo hacen les dispararemos. Pero si hacen lo que les decimos, uno de ustedes será liberado de forma inmediata.”.
Pero la sorpresa fue mayúscula cuando oyeron una voz que les respondía desde el interior: “Ya no queremos que nos liberen”.
Finalmente decidieron abrir la cámara en la medianoche del día 15. Primero se extrajo el gas del interior y se remplazó por aire fresco. De inmediato, 3 voces empezaron a suplicar desde el interior de la cámara que les volviesen a aplicar el gas. Cuando los militares entraron, y vieron el panorama, empezaron a gritar más fuerte aun que lo que lo hicieron los presos en su día. 4 de ellos estaban todavía vivos aunque su estado era difícil de describir. Las raciones de comida a partir del sexto día estaban intactas. Había trozos de carne de los sujetos obstruyendo el sumidero de la habitación impidiendo que se evacuase la sangre que se acumulaba alrededor. Los 4 supervivientes tenían grandes porciones de carne arrancada. Los huesos de sus dedos estaban expuestos, y la manera en la que tenían las heridas indicaba que ellos mismos se habían arrancado la piel con sus propias manos. Se habían abierto el abdomen, quedando a la vista los intestinos, que salían de la cavidad estaban sobre el suelo a su lado. Podía verse que estaban digiriendo algo: su propia carne.
Los militares eran soldados de operaciones especiales, pero rehusaron volver a entrar a recoger a los presos. Ellos, mientras, seguían rogando que les volviesen a suministrarles el gas.
Finalmente les convencieron, y entraron a sacar a los 4 supervivientes. Todos ellos ofrecieron resistencia. Uno de ellos, que luchaba contra los médicos y militares, recibió una dosis de morfina 10 veces superior a la dosis normal de un adulto y aun así no consiguieron sedarle. Murió desangrado.
El que se encontraba en peores condiciones de los tres que quedaban fue ingresado en una sala de operaciones. Mientras que le devolvían sus intestinos a la cavidad abdominal comprobaron que era insensible a la anestesia. Fue operado despierto mientras que forcejeaba con tal fuerza que arrancó las correas de cuero que le sujetaban las muñecas.
El siguiente en ser puesto en la mesa de operaciones fue el segundo que se destrozó las cuerdas vocales. Como no podía gritar solo movía violentamente la cabeza para protestar por la retirada del gas. Le restituyeron los intestinos y le cubrieron la cavidad abdominal con lo que le quedaba de piel. A este preso ni siquiera intentaron aplicarle anestesia.
Los investigadores se preguntaban por que deseaban que les volviesen a proporcionar el gas. Uno de los presos les respondió “Tengo que permanecer despierto”.
Así que tomaron a los tres supervivientes y los devolvieron a la sala de experimentación, atados a las camillas mientras que se les realizaba un electroencefalograma. Todos ellos dejaron de luchar cuando volvieron a notar el gas. Las líneas del electroencefalograma eran normales, pero en ocasiones se volvían planas, como si ocurriese una muerte cerebral.
Uno de los investigadores le preguntó al que todavía podía hablar: “¿Qué eres?”
“¿Ya lo has olvidado? Somos la locura que se esconde dentro de todos vosotros, rogando en todo momento ser liberada, desde lo más profundo de la mente animal. Somos de lo que te escondes cada noche en el interior de tu cama. Somos lo que ocultas en silencio cuando vas  al refugio nocturno donde no podemos pisar “.

El investigador hizo una pausa, y finalmente le disparó.



lunes, 23 de marzo de 2015

Los mejores videojuegos de zombies (según mí experiencia)

Dead Space (año 2008)



No faltará quien diga que los Necromorfos son mutantes y no zombies, pero dado que son muertos reanimados consideraremos que sí lo son. De este modo, Dead Space pasa a integrar esta lista gracias a su ambiente tenso y opresivo, a su narrativa perfectamente hilvanada y a esos zombies intergalácticos que nos han hecho saltar de nuestra silla más de una vez, un juego que te tiene tanto a la expectativa de los "no muertos ó infectados" de sus ataques repentinos que te harán que se te salga el corazón del susto, un juego que me recuerda a películas como "alien el octavo pasajero"  y "horizozonte final" (una película muy buena de hecho).








martes, 17 de febrero de 2015

Nosferatu



Cuando ya agonizaba el siglo XIX, Bram Stoker escribió la que se convertiría, sin duda, en su obra maestra, y en una de las referencias del género de terror y de la literatura anglosajona: Drácula. Esta historia, inspirada en un relato de Polidori escrito en cierta velada tempestuosa a las orillas de un remoto lago, ha arraigado con tanta fuerza en nuestro imaginario colectivo que a veces es difícil encontrar sus raíces entre mito y realidad. Uno de los eslabones perdidos de la misma es, a mi parecer, Nosferatu, eine Symphonie des Grauens (Nosferatu, una sinfonía de horror), de Murnau.


Este artista expresionista alemán tomó la obra de Bram Stoker y la reinventó para la gran pantalla en aquellos tiempos en los que el cine todavía era mudo, pero tenía mucho que decir. Corría el año 1922 y, a pesar de que la viuda de Bram Stoker se opuso, la película siguió adelante con un gran derroche de imaginación.

A causa de estos problemas con los derechos de autor, la adaptación -como tal creo que hay que considerarla- incluye numerosas curiosidades. En primer lugar, los nombres de los personajes cambian, aunque sean fácilmente reconocibles (hasta tal punto que, en versiones "restauradas", se han cambiado por los de la novela). El peso de cada uno en la historia no es el mismo, por supuesto, y el estilo epistolar no se ve casi reflejado en los acontecimientos. La acción, además, se traslada a 1838, casi cincuenta años antes que en la novela, y a la Alemania natal Murnau, a una ciudad ficticia, quizás por acercar a los espectadores, quizás por temas de decorados (aunque también se tomaron algunos de Eslovaquia, como el famoso castillo del conde vampiro).

Entre todas estas modificaciones hay una especialmente curiosa, y es la del término "vampiro", que es reconvertido en "nosferatu", una palabra de incierto origen a la que se le ha buscado una raíz rumana, emparentándola con "oscuridad". A día de hoy, es un término casi tan conocido como el original de Stoker (el que usó para referirse a los "stigoi"), aunque ha conservado algunas connotaciones relativas a la apariencia monstruosa del conde.

Éste es quizás el elemento más diferencial de la película respecto al libro: aquí no tenemos a un siniestro aristócrata que intenta infiltrarse en la respetable sociedad londinense, sino a un horrible ser que apenas puede ser visto a plena luz sin causar un escalofrío y que, como se podría haber adivinado por sus rasgos de rata, es heraldo de la plaga. En consecuencia a esta reinterpretación del mito asistimos al nacimiento de uno de los clichés más arraigados en la historia del vampirismo, más canónico incluso que el tema de las cruces, los ajos o el agua corriente, como es la luz del día. Efectivamente, en la novela de Stoker Drácula puede exponerse a la luz del sol sin mayores complicaciones, pero el nosferatu de Murnau termina siendo destruido por ésta -mediación del sacrificio lleno de pureza de la heroina-. La nueva criatura elaborada para el cine busca refugio en las ruinas, en decorados siniestros y llenos de ponzoña, resaltando el aspecto visual frente a la inquietud del lobo con piel de cordero más eficaz en el formato libro.

De este modo, nos encontramos con la reelaboración estética de un mito para adecuarlo a las exigencias cinematográficas de la época, sin duda satisfechas largamente con este tratamiento expresionista, con curiosos efectos especiales de borrado de imagen y unos encuadres muy meditados para sugerir el horror. Y de esta reelaboración nace un nuevo mito, un nuevo icono que casi conforma una versión distinta de lo que es un vampiro (un personaje de terror que no creo Stoker, ni siquiera Polidori).

Resulta curioso que la viuda del escritor fuera capaz de denunciar una supuesta infracción en esta adaptación cuando hay tantos cambios conceptuales en la misma (aunque haya grandes paralelismos de escenas y ganchos argumentales) cuando la propia novela de su marido no marca tantas diferencias con el relato de Polidori. Sin duda, Stoker tuvo una formidable habilidad para dar forma a su historia, y el formato epistolar de la misma la convierte en una obra de arte, pero no es menos cierto que Murnau también cambio tanto la forma que creó una nueva obra, con sus propios recursos y una ejecución tan acertada que aun a día de hoy sigue funcionando con el espectador.



domingo, 15 de febrero de 2015

Howard Phillips Lovecraft



Nació el 20 de agosto de 1890 en Providence (Rhode Island). Un niño enfermizo con una infancia desgraciada ya que perdió a sus padres enfermos de locura. Fue una persona solitaria que dedicaba su tiempo a la lectura, la astronomía y a cartearse con otros aficionados a la literatura macabra. Su prosa está influenciada por LORD DUNSANY, WILLIAM H. HODGSON, ARTHUR MACHEN y EDGAR ALLAN POE. Fue un gran innovador del cuento de terror gracias a su singular tratamiento de la narrativa y la atmósfera de sus historias, que acercó el genero a la ciencia-ficción. Con 16 años escribía una columna de astronomía para el Providence Tribune. De 1908 a 1923 ganaba algo de dinero escribiendo ocasionalmente relatos para revistas de poca tirada, como Weird Tales. Murió en Providence, el 15 de marzo de 1937 en la pobreza y el anonimato. Diez años más adelante, su obra empezó a interesar a mucha gente. Sus relatos tratan sobre espíritus malignos, posesiones psíquicas y mundos oníricos donde el tiempo y el espacio se alteran irremediablemente, como en sus Mitos de Cthulhu.


Filosofía


El sistema filosófico de Lovecraft se orienta influenciado principalmente por dos figuras cercanas a su tiempo: Schopenhauer y Nietzsche. Del primero toma una visión oscuramente pesimista del mundo en donde la reclusión de la especie humana a poco más que un acto de azar o de error se configura como eje vertebrador de su pensamiento. De Nietzsche, en cambio, sustrae una más profunda concepción de la misma especie en cuanto tal: si bien el hombre es un ser despreciable, al que mejor le valdría no haber nacido, no cabe ignorar la realidad de su existencia y, en su ínfima importancia, si el ser humano ha de ser algo, ha de aspirar a algo, es al ideal estético, aquél que Nietzsche definiera como propio de la tragedia griega, un ideal que será el mismo que Lovecraft aplique, en consecuencia, a su bella Nueva Inglaterra. La figura de Spengler y su clásica obra La Decadencia de Occidente, influyeron notablemente en las aspiraciones aristocráticas y de diferenciación cultural que dominaron a lo largo de la breve vida de nuestro literato. En tal caso cabe decir que, como muchos autores de su época, Lovecraft hace uso de un consumado racismo -racismo de salón, se le ha llegado a llamar- que, aún sin intentar excusarle del mismo, no pasa de ser un mero vehículo de protección contra lo extraño, lo ajeno a su cultura clásica perdida: y es que tal acto no se limitará únicamente a otras razas, sino ante cualquier efecto enemigo del paganismo del cual hizo gala jovialmente en los primeros años de su vida -antes de descubrir que, efectivamente, el Gran Dios Pan había muerto.  En tales circunstancias, la crítica de Lovecraft, como la que realizara Nietzsche, se extiende al ámbito de la modernidad, sinónimo de cristianismo, de anti-paganismo, de una adoración desenfrenada de lo feo: lo feo en cuanto aquello que para el aristócrata representa la antítesis de la belleza ideal -la debilidad. Es dentro de este contexto donde pueden ser entendidas las creaciones lovecraftianas, los dioses que, por primera vez en los últimos dos milenios, alguien se ha atrevido a crear,  como símbolos -tal es la finalidad del mito- de aquello común al mundo actual, al suyo, pero también al nuestro: la debilidad de la moral esclava cristiana, reflejada en una adoración a la fealdad, fealdad en las formas y maneras, en los hábitos y miradas, en la arquitectura, en el lenguaje. La crítica de Lovecraft no debe entenderse en ningún momento como la crítica del filósofo o del filólogo realizada anteriormente por Nietzsche: la suya es la visión del poeta, la tristeza de aquel que ha visto danzar al Pan de pezuñas henchidas y ha escuchado su trágica música en sueños, y que, conociendo lo que le aguarda, teme despertar. Muchos son los puntos de contacto entre Lovecraft y estas dos figuras capitales de la filosofía europea y cuya explicación constituye la clave para entender el escrito cuya traducción aquí presentamos. Lovecraft cristalizó todas las impresiones de sus lecturas de juventud -la Odisea, la Ilíada, la Eneida de Virgilio o las Mil y Una Noches- en un amor a la cultura clásica antigua, una veterofilia que tomaba como modelo el mismo que Nietzsche estipuló necesario para el resurgir del germano, del superhombre. En esta época Lovecraft presenta una tendencia optimista, como Nietzsche, al hablar de los dioses paganos: "nunca han muerto -nos dice-, sino que yacen durmiendo y sueñan sueños de Dioses en Hespéridos jardines poblados de lotos más allá del dorado crepúsculo. Y ahora se halla cerca el tiempo de su despertar, cuando la frialdad y la fealdad perecerán [...] El día amanece en el cual los hombres deban responder tras haberlos negado durante siglos". La poesía como el lenguaje de los dioses, la auténtica poesía de Homero, era entonces el único vehículo de renovación cultural para hacer despertar a Pan de ese mágico letargo y consumar su ideal estético de una sociedad que considerase el amor al arte -el verdadero arte- y el avance del conocimiento por encima de todo. Sin embargo, como todo sueño, éste exige un despertar, aquél del que Nietzsche nunca consiguió desatarse: su amor a una Grecia que, como la Nueva Inglaterra de Lovecraft, nunca existió,10 y que éste - a diferencia de Nietzsche- destiló a través del pesimismo schopenhaueriano en unos tempranos años veinte.


viernes, 6 de febrero de 2015

Escena vampírica

El origen de los vampiros


Aunque es muy típico oir que la primera novela de vampiros fue escrita por Polidori durante aquel encuentro de amigos en el que se retaron a escribir el cuento de terror más espeluznante (del que salió 'Frankestein' de Mary Shelley), lo cierto es que existen obras anteriores. Lucius Apuleius, escritor y filósfo romano que vivió entre el 125 y el 180 escribió un relato titulado "De asino aureo" en el que cuenta la historia de dos hermanas malditas que beben la sangre de un hombre llamado Sócrates. Tapan su herida con una esponja para que no se de cuenta, pero cuando se agacha para beber agua de un río esta se cae provocándo que pierda la poca sangre que le quedaba. Relatos de vampiros existen incluso en libros como 'Las Mil y Una Noches'.

El origen de la palambra 'vampiro' es eslavo. Significa algo a medias entre ser volador, bebedor-succionador y lobo. Fue el movimiento romántico el que cambió la i por una y, asociando lo que hasta entonces era mitología popular en un tema de conversación en salones y castillos. Sin embargo, por todo el mundo existen infinidad de palabras que denominan a diferentes clases de vampiros: assabonsan, assiman u obayifo en África; aswang, bhuta, kappa, chedipe, bramahparusa, y otras más en Asia; asema, camazotz, jaracaca, sukuyan y otras en América; dhampir, lamia, neuntonter, upír o ustrel y otras en Europa; dakhanavar o ghoul en Oriente Medio. Y también la palabra vampiro tiene traducción idéntica en multitud de países: vampyr en Serbia, pamgri en Hungría, danag en Filipinas, kosac en croata, upir en ruso y muchísimas más.

Las características de los vampiros suelen variar mucho según el lugar, pero todos suelen tener en común el hábito de succionar sangre a personas o animales, aunque hay algunos que comen otras cosas: por ejemplo, el ubour búlgaro come estiercol. Hay vampiros que son eternos y otros que tienen una vida de 40 días. Por lo general, hay tantos tipos de vampiros como culturas que los han tenido.Desde el Ekimu babilónico hasta el Kuang-Shi chino o el Motetz Dam de los hebreos, el Mormo de la antigua Grecia y Roma hasta el má s familiar Nosferatu de Transilvania. El vampiro típico de centro-europa se caracterizaba por su aspecto putrefaco, su nariz puntiaguda, dientes afilados y sus orejas puntiagudas, muy al estilo del vampiro de la película 'Nosferatu' y muy alejado del aristócrata con clase que nos presentó Stoker. Es muy posible que el origen del mito en centroeuropa viniese dado por la gran cantidad de personas que fueron enterradas vivas equivocadamente. Dada la cantidad de epidemias que asolaban Europa, era muy típico que los muertos fuesen enterrados cuanto antes, lo cual hacía que en algunos casos enfermedades como la catalepsia, que produce un estado de letargo difícil de distinguir de la muerte real, provocasen enterramientos equivocados. Si alguno de estos desafortunados lograba salir de su tumba muchas veces era tomado por un ser demoniaco.

Un personaje mitológico muy interesante es el de Lilith. En textos apócrifos del Génesis aparece como la primera mujer, incluso antes que Eva. A diferencia de Eva, que fue hecha de una costilla, Lilith fue hecha de la misma manera que el hombre. Por un enfrentamiento con Adán sobre quien debía estar encima en el lecho (argumentando que tenía los mismos derechos que él) maldijo el nombre de Dios y se marchó al Mar Rojo. Allí se le permitió permanecer como madre de los demonios hasta que Caín, tras haber matado a Abel, llegó y recibió la enseñanza de Lilith sobre el poder de la sangre.



Fue ella el demonio que en forma de serpiente convenció a Adán y Eva para que mordieran el fruto prohibido. Caín tuvo hijos con Lilith que se convirtieron en hordas de vampiros. Es por esto que Lilith está considerada madre mitológica de todos los vampiros, así como es vista por algunos como el primer ejemplo de feminista.


A lo largo de la historia ha habido diversos personajes reales que han sido calificados de vampiros por distintos motivos. La Condesa Elizabeth de Bathory se dedicaba a bañarse en sangre de jóvenes doncellas vírgenes porque creía que el secreto de la juventud estaba en la sangre. Peter Kurten, conocido como 'El Vampiro de Dusseldorf'' (que dió lugar a la famosa película de Fritz Lang), extraía la sangre de niñas hasta no dejar ni una sola gota.

Curiosamente, el personaje histórico relacionado con el vampirismo más conocido no tuvo nada que ver con ellos. Aparte de su mal carácter (algo muy discutido por los rumanos) Vlad III Tepes (que significa "Empalador", no tenía nada que lo relacionase con el vampirismo. Sin embargo, fue el personaje histórico que inspiró a Stoker su tan famoso Drácula. Tepes era hijo de Voivoda Vlad II, caballero de la Orden del Dragón (que en rumano se dice 'drac'). A Tepes lo llamaban Drácula, ya que si drac significaba dragón, draculea (luego se acortó) significaba hijo del dragón. Su valiente y victoriosa defensa de Valaquia, una parte de Transilvania, frente a los turcos, lo convirtió en un héroe nacional, algo así como "El Cid" en España. Aún hoy día Stoker sigue siendo visto como un personaje bastante indeseable por los rumanos.



Bela Lugosi, el actor que interpretó a Drácula en la primera película 'oficial' ('Nosferatu' fue anterior pero no pagó derechos de autor) también terminó sus días creyendo ser un vampiro. Además de en el cine, Lugosi interpretaba a diario la obra de teatro, lo cual pudo ser el desencadenante de su demencia. Se dice que en sus últimos días no quería salir a la calle por si lo mataban los rayos del sol, y también que el día en que murió vieron salir a un murciélago por la ventana de su habitación del hospital.

También existe otra leyenda sobre el actor que interpretaba a Drácula en 'Nosferatu'. Max Shreck fue un personaje desconocido, posiblemente el seudónimo bajo el que se escondía otra persona. Se dice que pudo ser el mismísimo director, Murnau, pero también hay quien dice que fue un vampiro auténtico. Sobre este tema existe una película bastante reciente titulada 'La Sombra del Vampiro'

Totalmente alejado del Drácula histórico, el Drácula literario se caracterizó por su impresionante porte aristocrática, sus dotes paranormales de seducción y otras habilidades no humanas: extremadamente fuerte, capaz de transformarse en multitud de cosas, etc... La figura literaria del vampiro a lo largo del siglo XX quedará definitivamente marcada por Drácula, que será algo así como el prototipo de vampiro estándar, haciendo que relatos anteriores de vampiros parezcan estar hablándonos de cualquier cosa menos vampiros.

Pero no sólo Stoker trazó la figura del vampiro del siglo XX. La cinematografía popularizó nuevas reglas para la vida del vampiro: por ejemplo, su muerte inevitable al ser expuesto a los rayos del sol (algo contradictorio a la novela de Stoker, donde se decía que podía caminar aunque era más débil que una persona normal y perdía sus poderes). Anne Rice en sus 'Crónicas Vampíricas' nos introdujo a unos vampiros con emociones humanas, hasta el punto de que la mayoría de ellos terminaban suicidándose al no poder hacerse a la idea de su condición. La figura del cazavampiros también ha sufrido un cambio: de tener a unos vampiros casi indestructibles hemos pasado a verlos masacrados en películas como 'Blade', 'Vampiros', 'Abierto hasta el amanecer' o en la serie de televisión 'Buffy, cazavampiros'.

Durante las próximas ediciones de "Estigia" iremos analizando la figura de estos seres. Conoceremos sus orígenes histórico-mitológicos y literarios, repasaremos algunos personajes considerados vampiros a lo largo de la historia y trataremos algunas de las obras literarias, cinematográficas e incluso juegos de rol más importantes relacionados con el fenómeno del vampirismo.


Según una tradición hebrea, Lilith fué la primera esposa de Adán. Expulsada del Edén porque rechazó asumir una posición sexual subordinada a los caprichos de su hombre, Lilith fué convertida en un monstruo terrible; nocturno. Mantuvo relaciones con animales; y en algunas versiones de la leyenda, llegó a devorar a sus propios hijos en violentos raptos de canibalismo.

Ella es la madre de los terrores nocturnos conocidos como vampiros.

El mito hebreo de Lilith anticipa muchas características del vampiro medieval, cuya naturaleza ha sido deformada por el romanticismo de los novelistas y trovadores narrativos.

La concepción del vampiro en la Edad Media no tenía nada de seductora. El vampiro era considerado como un ser diabólico conformado por el odio más abyecto, y su aspecto se ajustaba perfectamente a sus intenciones maliciosas, aunque por entonces la sangre era apenas uno de sus manjares predilectos.

De hecho, la primera mención de un vampiro con colmillos proviene de la literatura: Varney, el vampiro o el festín de sangre (Varney the Vampire or The Feast of Blood, 1840), atribuído alternativamente a James Malcolm Rymer y Thomas Preskett Prest, autor de Sweeney Todd.

La creencia en distintas razas de vampiros se extendió por todo el mundo desde la más remota antiguedad, pero fue en Europa Oriental dónde la leyenda adquiere sus rasgos característicos; extendiéndose luego por todo el continente. La razón de esta proliferación tal vez tenga que ver con oscuros paralelismos entre la leyenda vampírica y la misa cristiana.
Con el cristianismo ya instalado en Europa y con sus ritos practicados mecánicamente por un pueblo todavía ligado a las viejas tradiciones paganas, la idea del vampiro como ser real y tangible se hizo tan popular que el credo tuvo que adoptar a esta criatura nocturna como uno de sus enemigos acérrimos. En este punto la tradición de los vampiros pierde mucho de su pureza. En los procesos judiciales de la época se entremezclan las acusaciones sobre vampirismo, satanismo y brujería como si fuesen frutos de un mismo árbol.

La figura del vampiro era especialmente temida por representar el extremo opuesto del cristianismo. En las iglesias y templos cristianos se practica una especie de canibalismo ritual al beber la sangre y comer el cuerpo de Jesús cuyo propósito es comulgar con Dios. En cambio, los vampiros consumen la sangre y la carne de los vivos agitados por un instinto satánico y animal.

Los vampiros son, en definitiva, la antítesis del espíritu. Representan la liberación de los instintos reprimidos por el hombre y censurados por la sociedad. Por eso fueron perseguidos con tanta determinación, y tal vez por ello despierten raras pasiones secretas.
Es entonces el cristianismo quién transforma y le da nueva fuerza al mito de los vampiros. En cierta forma, el origen de los vampiros tal como los conocemos se desprende directamente del cristianismo.

Las tradiciones antiguas no siempre hablan del vampiro como un ser que regresa de la tumba, sino más bien como un zombie gobernado por instintos primordiales. Recién con la llegada de los vampiros a la literatura se los asoció con la seducción y la inmortalidad, pero nuevamente de forma inversa a lo que proponen las religiones.

Si la vida eterna se cincuscribe a las tinieblas deja de ser una bendición y se convierte en una condena, una maldición que podemos intuir en cada uno de sus actos.


LOS VAMPIROS EN EL FOLKLORE MUNDIAL


Para empezar: ¿qué es un vampiro? Etimológicamente hablando, la palabra “vampiro” procede del húngaro o del serbocroata “vampir”.
En su origen se llamaba vampiros a los fallecidos que abandonaban sus tumbas para alimentarse de la sangre y la carne de los vivos. Hoy en día se emplea este calificativo para designar cualquier forma de existencia parasitaria o carroñera.

Y con respecto a la figura del vampiro… todo depende del folclore arraigado en cada país, pero en lo que sí parecen coincidir la mayoría es en que se tratan de criaturas que necesitan alimentarse de la sangre de otros seres vivos para sobrevivir.

Sin embargo, en algunas culturas orientales y americanas aborígenes, el vampiro es considerado una deidad demoníaca o un dios menor.

Pero la imagen más extendida entre nuestra cultura es la del vampiro de origen eslavo; ese monstruo con aspecto de hombre que necesita chupar la sangre a otras criaturas vivas.

Pero… ¿de dónde procede el mito? Parece ser una combinación de varios temores y creencias humanas. Además, la atribución a la sangre de ser fuente de poderío o vehículo del alma, hace que se cree un nuevo temor: el miedo a los depredadores que quieran hacerse con esa fuente de vida y poder que guardamos en nuestras venas. También el miedo a la enfermedad o a la muerte y a los cadáveres pudo contribuir a alimentar el mito, así como la fascinación temerosa por la inmortalidad.

Puede ser, y algunos estudiosos al parecer así lo estiman, que el mito del vampiro, se desarrollara en años sacudidos por las plagas y penurias, a causa  de la necesidad de explicar, en medio de una atmósfera de miedo y desconfianza, epidemias que asolaron Europa causadas por enfermedades reales, antes de que la ciencia lograra una explicación científica para ellas.

Pero toda historia tiene un principio y unos antecedentes, y toda criatura tiene sus antecesores; también son muchas las civilizaciones que tuvieron su propia versión del vampiro y son muchas las que aún conservan dicho mito. Hoy dedicaremos esta entrada a conocer algunas de ellas.

Los vampiros vienen de muy lejos en el tiempo, y, cómo no, también en este caso encontramos una referencia bien clara al vampirismo en el antiguo Egipto. Según el famoso mito de “la lejana” (que os contaré en otra entrada de Ecos de la Distancia), la diosa egipcia de la guerra, Sejmet, bebía sangre humana y para apaciguar su furia tuvieron que engañarla con cerveza roja parecida a sangre hasta que ella se emborrachó y se calmó.

Y Egipto influenció a muchas civilizaciones, y fueron muchas las culturas que se nutrieron de este gran imperio. Así, la figura del poderoso vampiro aparece una y otra vez en distintos puntos del mapa.

Los guls, por ejemplo, son unos demonios necrófagos propios del folclore árabe. Viven en lugares oscuros y desolados y suelen frecuentar los cementerios para buscar cadáveres con los que alimentarse. La versión femenina es la ghouleh o algola. Estos demonios pueden cambiar de forma, especialmente pueden adquirir el aspecto de una hiena o cualquier otro animal del desierto para que los incautos caigan en sus garras al cruzar estas inhóspitas tierras. Como nota curiosa deciros que el gul es una de las criaturas maléficas a las que debes enfrentarte en el juego de mesa “Dungeons and dragons” y que, efectivamente, aparece con forma de hiena que camina a dos patas.

El asanbosam es un vampiro africano que tienen ganchos en lugar de pies y muerden a sus víctimas en el dedo pulgar.

Adze es un espíritu que mora en las tribus de hechiceros de la gente que habita parte del sudeste de Ghana y del Togo meridional en África. La adze vuela en forma de luciérnaga pero, si está cautiva, cambia y se convierte en un ser humano. Bebe sangre, el aceite de palma y el agua de coco y sus presas son niños, especialmente los que son hermosos.

Pero el vampiro no es sólo cosa de las civilizaciones perdidas o las tribus africanas, ni mucho menos. La primera mujer de Adán, Lilith, se alimentaba de la sangre de los niños no circuncidados. Sobre ella intentaré documentarme más y hablaros en extenso, porque parece que hay mucho que decir.

En la India están los vetala, demonios vampiros que forman parte de la corte de Siva. Son espíritus que habitan dentro de los cadáveres y se sirven de ellos para moverse. Sin embargo, también pueden salir al exterior en busca de presas. Rondan los lugares de cremación y los cementerios y se alimentan de sangre humana. Les encanta volver locas a las personas y asesinar niños. Están atrapados entre la vida y la muerte y pueden ver el presente el pasado y el futuro.

También en las mitologías hinduista, budista y janaista, existe el preta; se trata de un ser sobrenatural, un espíritu atormentado por el hambre y la sed. Un preta fue en vida una persona envidiosa o avara, por ello tras la muerte soporta un hambre insaciable de alguna sustancia, normalmente de algo repugnante y humillante (sangre, cadáveres, excrementos…).

El eretica es un vampiro ruso. Se creé que es un hereje muerto que ha vuelto a la vida. Por la noche, el grupo de ereticy se encuentra en un barranco y realizan una forma de sabbat.

El pueblo Mapuche, en América, cree en un ser vampírico llamado el Pihuychen que ataca a animales y personas. Al murciélago vampiro común también se le conoce con este nombre y hay quien lo asocia con el famoso chupacabras, al que me gustaría dedicar una entrada en Ecos.

También tenemos al wekufe, espíritu dañino que se dedica a destruir el equilibrio del mundo. La verdad es que sería muy interesante dedicarles una mención especial a todas estas criaturas y sus leyendas, pero sería una entrada eterna, así que espero poder hacerlo en otras futuras, o que tal vez alguno de vosotros pueda enviarnos algo sobre ellos. Las Cihuateteo aztecas; el Camazotz maya; o los Jencham de la selva amazónica.

En la mitología griega encontramos la leyenda de Lamia, a quien Hera convirtió en un monstruo después de asesinar a sus hijos como castigo por haber sostenido un romance con Zeus. Es una clara antecesora de la figura moderna del vampiro, devoradora de niños, despiadada y seductora. De ella se deriva el nombre de otro monstruo mítico; las lamias, también presentes en el folclore neohelénico, vasco y búlgaro.

A Lamia se la asocia a menudo con la empusa, otra figura monstruosa de la mitología griega. En algunos textos aparece como guardiana del Hades y también se la asocia con la diosa Hécate de los infiernos. La empusa cambiaba de forma pudiendo adoptar el aspecto de un animal doméstico o de una hermosa mujer a la que se la distinguía por tener un pie de bronce. Merodeaba por parajes desiertos, especialmente durante noches de luna llena, para buscar jóvenes, seducirlos y cebarse con su sangre.

Otra criatura griega eran los vrykolakas que atacaban a su familia después de muertos.

Los romanos, como no, también tenía a sus propias criaturas vampíricas. Las larvae o lemures (en singular lemur) eran los espectros de la muerte que salía por las noches y atormentaban a los vivos. Los lemures, primates de Madagascar, fueron bautizados así por sus hábitos nocturnos y por los sonidos que emiten por las noches. También el nombre de larva, con la definición que en la actualidad conocemos, procede de esta criatura mitológica.

También romanas es la estirge, criatura voladora con cuerpo de pájaro, alas de murciélago y ojos amarillos y crueles. Atrapa a sus víctimas con sus patas, de las que nadie puede escapar, y succiona su sangre con su enorme pico alargado hasta darles muerte.

Parecidas a las estirges son las strigoi, pertenecientes a la mitología rumana (de la que tanto se ha hablado en cuestión de vampiros). Eran almas de muertos que durante la noche salían de las tumbas para aterrorizar a la gente. Se trataba de monstruos deidades con rostro de mujer y cuerpo de pájaro, que absorbían la sangre de los humanos mientras estos dormían.

De igual modo, en la mitología rumana y albana, una striga es una bruja-vampiro que se cuela en los dormitorios de los niños para absorber su fuerza vital.

El alp es un vampiro alemán asociado con el incubus, normalmente ronda por las noches y en los sueños de las mujeres. Siempre relacionado con las pesadillas, el alp es masculino, algunas veces se transforma en el espíritu de un pariente recientemente difunto. En todas sus manifestaciones el alp se conoce por el uso de un sombrero (lo que me recuerda mucho a ese viejo escalofriante de la película Poltergeist 2). El espíritu puede volar como un pájaro y puede ser muy galante; al igual que el citado incubus, una de las formas más famosas de vampiros, que visita a mujeres por la noche y las convierte en sus amantes. El incubus posee todas las características del vampiro típico de la literatura y el cine.

En Escocia, tierra de leyendas, tenemos al baobhan-sith; normalmente se disfraza como una hermosa virgen engañando así a sus víctimas y dándoles muerte. El baobhan-sith aparece vestido de color verde, color más bien propio de la mitología irlandesa que también tiene sus propios vampiros, como el dearg-due.

El dearg-due data de la época céltica, y la única manera de contener sus depredaciones es apilar piedras sobre cualquier sepulcro sospechado y así contener a la bestia (con respecto a esto habría mucho de lo que hablar. No parece una casualidad la cuestión de utilizar piedras en las tumbas, ¿no era la piedra el monumento funerario por excelencia de los celtas? Dólmenes, menhires, modias, cromlech, petroglifos…la magia de las piedras, todo un tema para estudiar detenidamente).

En el vecino Portugal encontramos la bruxa, vampiro femenino que es transformado en su forma vampírica por medio de la brujería. Aparece como una hermosa mujer y lleva una vida normal por la mañana, usando a los niños como su alimento. También portugués es el lobishomen.

Una de las figuras vampíricas que más me gusta es la del  jiang shi, el vampiro chino. Son personas que han sufrido una muerte violenta o bien su alma no ha conseguido encontrar reposo. Su piel es muy pálida y no soportan el sol, sus cuerpos continúan incorruptos y su uñas no cesan de crecer, al igual que su cabello, blanco y largo. Sus extremidades son rígidas lo que dificultan sus movimientos, que son lentos, caminan dando pequeños saltos y extendiendo los brazos. Son ciegos y se guían por el olor y la respiración de los vivos. Cuando muerden a una persona, la convierten en otro jiang shi, y éstos sólo pueden ser detenidos por los hechizos de los monjes taoístas.

En Japón se encuentra el kasha, que se alimenta de cadáveres.

Han  sido tantísimos los vampiro que he encontrado que podría estar enumerándolos durante días y días; lo que sí es seguro es que, en todos los puntos de la geografía y en cada cultura, existe una de estas increíbles criaturas que tanta fascinación nos causan.

Una lista enorme en la que, para finalizar, no podía dejar de mencionar a los nuestros: los vampiros “made in Spain”.

En Asturias, esa maravillosa tierra tan hermosa y llena de historia, de magia y misterio; podemos encontrar en las noches a las terroríficas guaxas; esas viejas arrugadas y horribles, de ojos encendidos, que se dedican a chupar la sangre de los inocentes niños con su único diente.

En la vecina Cantabria, tierra de increíbles paisajes y de gente magnífica, viven las guajonas (a las que también se las llamó antaño lamias como a la criatura griega). Son viejas y feas, con verrugas y pelos en sus rostros amarillentos, se pasean de noche vestidas con un manto negro que las oculta de la cabeza a los pies, mostrando tan sólo sus sucias manos y pies, que son patas de pájaro. Sus ojos son brillantes y en su boca sólo tienen un diente podrido pero largo y afilado que les llega hasta la barbilla. Sólo salen de noche y durante el día se ocultan bajo tierra. Entran en las casas ocultándose en las sombras y la oscuridad y beben la sangre de los jóvenes y niños sanos.

Y por supuesto Galicia también tiene su propia versión de esta vieja siniestra y terrible: las meigas chuchonas. Se trata de un tipo de meiga considerada la más peligrosa de todas. Puede adquirir diferentes formas, siendo sus preferidas la forma de vampiro e insectos. Chupan la sangre a los niños y les roban los untos (su grasa corporal) para utilizarlos en la fabricación de ungüentos y pociones mágicas.

Y hasta aquí dejamos por hoy a los vampiros, esos seres terroríficos y fascinantes que, como habéis comprobado, tienen un gran protagonismo en la historia, mitología y folclore de innumerables lugares.

Queda en el aire mucho por decir, espero poder tratarlo todo en próximas entradas, porque realmente he encontrado cosas muy interesantes que contaros. Me gustaría hablaros del fenómeno del vampiro en la Edad Media, esa época de supersticiones y persecuciones; de las enfermedades asociadas con el vampirísmo, como por ejemplo la porfiria y la catalepsia; el vampiro en el cine y la literatura; y esos misteriosos y siniestros personajes históricos como el archiconocido Vlad Tepes o la terrorífica Elizabeth Báthory.